VESTUARIO - CASANARE
El pueblo llanero se viste con una ropa para trabajar, como en todos los lugares, dependiendo de su condición económica.
Bien sabemos que el folclor no es estático, es dinámico, es decir que evoluciona, adaptando, adoptando y creando. Dicho lo anterior, se puede agregar que el llanero ha usado los siguientes trajes:
Traje para la mujer

La mujer llanera de clase media nunca tuvo un traje especial como el de la ñapanga colombiana.
El vestido de la mujer ha sido siempre muy sencillo, unas veces la bata está hecha en tela de textura suelta, de colores claros y generalmente de flores pequeñas, manga corta y cuello bandeja; otras veces de dos piezas: una falda hasta la rodilla, un tanto amplia, hecha en telas de colores claros y una blusa de cuellos discretos y manga corta. Ésta es de un solo color, aunque no necesariamente, y comprende adornos complementarios, como el encaje. Calza alpargata de hilo negro y también zapatos de tacón bajo. Lleva zarcillos no muy grandes, cadenas y anillos. En la sabana predomina la alpargata, que lleva con gusto, pues le da soltura y donaire al caminar.
Las sabaneras poco se pintan. En cambio, las vegueras y las pueblanas se maquillan en su mayoría. Todas usan perfumes tanto naturales (las sabaneras prefieren la albahaca, el jazmín, el mastranto, y otros) como los elaboradores por perfumistas de sello comercial.
Para el joropo, las mujeres se adornan con flores; también utilizan para sus adornos cinta, peinetas y peinados; estos últimos tienen sus nombres de acuerdo a su características. La blusa, como es de cuello bandeja, le permite lucir cadenas que hacían juego con los zarcillos. Todos estos adornos como los anillos eran de oro. La blusita de tela fina bajaba hasta la cintura para ser cubierta por la parte alta de la falda suelta, que iba hasta la media pierna. Zapatos o alpargatas cubren los pies mestizos de la mujer llanera. Sin embargo, con el pasar del tiempo el vestuario ha evolucionado en algunos aspectos.
La mujer usa sombrero para viajar. Prefiere llevarlo con barboquejo o, en su defecto, lo ata con una pañoleta.
Traje para el hombre

El hombre del campo adoptó un traje a sus necesidades, en las valerosas épocas del Catire Páez. Cachicamita (camisa de llanero rico casanareño) amplia y calzón de raída bayeta verde, como lo describe el propio general, visten a los ardientes llaneros de las queseras del medio. De este traje encontraremos un hermano muy parecido en tierras colombianas, a través de las acuarelas del pintor Manuel Ancízar para la comisión corográfica del año 1850.
En estas acuarelas vemos, entre otros personajes, a los llaneros de Casanare luciendo amplia blusa roja, pantalón azul, ensanchándose en la rodilla, para dejar ver el volado blanco del calzón; un pañuelo de madrás apretado a la cabeza y un sombrero blanco puntiagudo. Todo el mundo conoce el libro “El Llanero” de don Miguel Mendoza, atribuido a Rafael Bolívar Coronado y su hermosa descripción del llanero rico: pañuelo de madrás floreado anudado a la cabeza, bajo el pelo de Guama o el sombrero de palma metida tejido por indias cojedeñas; la cachicamita de cuello angosto cerrado por junticas de oro. La misma abotonadura de oro rematando esta camisa rizada y trabajada de mil primores, hasta con bordados de hilo de oro. La misma abotonadura o bien una cadena con moneditas de oro se vuelve a encontrar a lo largo de la costura del garrací, el cual termina por la llamada uña de pavo.
El traje del llanero es generalmente de colores claros. El hombre le ha dado preferencia al blanco. El término blanco se le da en Casanare al dueño de hato y su familia, y por extensión al que no vive de la faena llanera, y tiene algún poder.
En el hombre fueron blancos los pantalones y la camisa, y completaron su atuendo las alpargatas de hilo y suela de cuero curtido y el sombrero de alas anchas, de castor o pelueguama o de fieltro. Se hacen referencias a sombrero de fibra.
La franelita de colores también la ha llevado el llanero del pueblo, así como los patrones; usaban una blusa de tres botones que se diferenciaba de los sacos de ahora porque se ajustaba cerca de la barba en un cuello casi militar y remataba su tercer botón frente al ombligo, desde donde se abría un poco el corte hacia afuera. El pañuelo “rabo e’ gallo” se usó mucho al cuello.
Vemos pues, cómo aparece un nuevo tipo de llanero con botas, sombrero y correa ancha: tejanos; de vez en cuando vemos el pañuelo y ya ha vuelto a aparecer una reminiscencia de la camisa cachicamita que llevara el casanareño rico, allá por 1800: el cachicamito.
Se han usado en el llano sombreros de todo tamaño de alas y copas; y de todo material y forma. Sin embargo, ha predominado el de alas anchas y de material pesado. El sombrero debe ser un poco pesado para que no se caiga empujado por la brisa o sacudido por los saltos del caballo en una carrera.
Hay quienes lo adornan con bolas que cuelgan sobre la nuca; y otros que lo adornan con plumitas de garza o de pato, y hay quienes le ponen cintas cuando son fiestas de coleo.
No se concibe un llanero sin sombrero. Puede ir descalzo pero tendrá sombrero. Se descubre para saludar, para comer, al pasar un cortejo fúnebre, al oír el Himno Nacional, al entrar a una casa, a una oficina, y a la iglesia.
El nombre de cachicamita que se le dio a la camisa del llanero rico casanareño, recuerda al cachicamo, animal propio de la fauna casanareña, cuya caparazón parece haber sido hecha de zurcidos, tal como es la camisa de pliegues que van en el pecho.
El pantalón era hecho de algodón y en pinta de rayas, que dejaba destacar el pantaloncillo de lienzo burdo.
Las abarcas fueron reemplazadas por las alpargatas de hilo. Bien sabemos cómo el folclor es golpeado duramente por el espectáculo, en razón meramente comercial. De ahí que el pantalón blanco de dril, la camisa blanca común y corriente, el sombrero de fieltro y las alpargatas que usa el llanero, no tengan valor comercial para la presentación de espectáculos.
El uso de la faja ancha está en vía de extinción, así como la camisa blanca, que está siendo reemplazada por camisas y franelas de colores.
Este prototipo llanero ha ido calando entre los jóvenes que ya salen al pueblo o a las capitales del llano luciendo botas de tacón cubano, de gran laboreo, o tejanos.
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